David Bowie fue ante todo un intérprete, una persona de múltiples personalidades, en el buen sentido ya que siempre interpretó diferentes papeles, ya sea en el cine como cada vez que sacaba un disco, para los que no sólo se contentaba con proponer algo novedoso a nivel musical, si no que orquestaba alrededor de cada trabajo todo un mundo estético. Dar un rápido repaso a sus discos y vídeos musicales deja clara su pasión por el mundo audiovisual y teatral de este artista que nos acaba de dejar.

Queremos recordarle así, exageradamente maquillado, teñido, vestido de manera extravagante, siendo el más grande y moderno en la música, pero sobre todo le recordamos en tantas buenas canciones que nos regaló. Hoy vamos a repasar algunos de esos looks tan extremos que siempre estuvieron unidos a buena música.

A finales de los años 60, un jovencito David grabó unas canciones muy del estilo mod de la época, unas canciones estupendas de las que renegó tiempo después. Su aspecto con flequillo y melena era muy del gusto de aquellos años.

Con un pelo más abultado y rizado presentó su disco Space oddity, uno de sus primeros éxitos y una de las canciones más increíbles de la historia de la música.

En 1972 se inventó a Ziggy Stardust, una estrella del rock extravagante y con posos de un mundo de bambalinas que terminaba en tragedia. Un disco y una gira que sentó las bases del nuevo rock que estaba por venir.

Con un enorme rayo pintado en la cara aparecía en la portada de Aladdin sane, un disco de 1973 que está entre sus mejores trabajos, siendo este look uno de los más recordados, convertido en un icono del glam rock de los años 70.

Para el disco Diamond dogs apareció con un parche en el ojo y pañuelo al cuello. El pelo seguía siendo el mismo que el que tenía Ziggy Stardust. Pero estaba a punto de cambiar…

A mediados de los años 70, después de hacer el disco Young americans, donde se tiñó de rubio platino, y tras aparecer en la película de ciencia ficción El hombre que cayó a la Tierra, sacó el disco Station to station donde aparecía con este aspecto inquietante con su álter ego el duque blanco, una persona fría, vacía que cantaba canciones de amor sin sentir. Un personaje que en parte llegó a vampirizar al propio Bowie.

Tras abandonar al duque blanco grabó junto a Brian Eno la trilogía berlinesa, formada por Low, Heroes y Lodger, con un aspecto más normalizado, dentro de lo que cabe.

En los 80, la década de la laca, salía con este aspecto en los vídeos, así como en la gira Glass spider, una gira que le dio una popularidad mayor. Muchos piensan que es su peor época a nivel musical.

Sin duda su papel más recordado en el cine fue el del malvado Jareth de Dentro del laberinto, una película de 1986, dirigida por Jim Henson, y escrita por Terry Jones, ex Monty Python.

Un disco que desconcertó a más de uno fue el electrónico Earthling, para la que preparó un aspecto postmoderno, casi de película de ciencia ficción. Echaremos de menos a una de las personalidades más influyentes de la cultura de nuestro siglo.